A los 11 años, María, una niña que se autodefine como “tímida”, se enferma de hepatitis y debe pasar un mes sin ir a la escuela, encerrada en su cuarto. Su tía Susi le regala un libro, Las aventuras de Tom Sawyer, y, aunque no le gusta leer, María no tiene muchas opciones para entretenerse, así que emprende la lectura.

Una cosa lleva a la otra y retoma la escritura de un diario que le había regalado tiempo atrás su papá, actividad con la cual no había logrado entenderse. Pero María se lleva una gran sorpresa: a la mañana siguiente, Andrés, su diario, le ha contestado. La niña, en primer lugar, supone que algún familiar desea jugarle una broma escribiendo las respuestas de Andrés mientras ella duerme. Sin embargo, al comprobar que no ha sucedido nada por el estilo, entabla un diálogo con su diario que la lleva a reconocer sus dificultades y reflexionar sobre diversos caminos para superarlas.

En su diálogo con “Andrés”, María va conociéndose a sí misma y descubriendo que es muy difícil cambiar a los otros, pero no tanto hacerlo consigo misma. La narración es ágil y entretenida. Lejos de lo que podría suponerse para una niña que lo pasa muy mal en la escuela, la narradora es dueña de una fina ironía que le permite tomar distancia y contar con humor sus días.

María no sabe con seguridad si han cambiado sus problemas, pero está segura de quién es y qué tiene que hacer para convivir mejor con quienes la rodean.

 Esta es la historia de María, una niña de 11 años tímida y silenciosa que, gracias al encierro obligado por su enfermedad, abrirá las páginas de su diario y descubrirá el mundo intenso y colorido que guarda en su interior.

Hola, Andrés, soy María otra vez... - María Fernanda Heredia

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 A los 11 años, María, una niña que se autodefine como “tímida”, se enferma de hepatitis y debe pasar un mes sin ir a la escuela, encerrada en su cuarto. Su tía Susi le regala un libro, Las aventuras de Tom Sawyer, y, aunque no le gusta leer, María no tiene muchas opciones para entretenerse, así que emprende la lectura.

Una cosa lleva a la otra y retoma la escritura de un diario que le había regalado tiempo atrás su papá, actividad con la cual no había logrado entenderse. Pero María se lleva una gran sorpresa: a la mañana siguiente, Andrés, su diario, le ha contestado. La niña, en primer lugar, supone que algún familiar desea jugarle una broma escribiendo las respuestas de Andrés mientras ella duerme. Sin embargo, al comprobar que no ha sucedido nada por el estilo, entabla un diálogo con su diario que la lleva a reconocer sus dificultades y reflexionar sobre diversos caminos para superarlas.

En su diálogo con “Andrés”, María va conociéndose a sí misma y descubriendo que es muy difícil cambiar a los otros, pero no tanto hacerlo consigo misma. La narración es ágil y entretenida. Lejos de lo que podría suponerse para una niña que lo pasa muy mal en la escuela, la narradora es dueña de una fina ironía que le permite tomar distancia y contar con humor sus días.

María no sabe con seguridad si han cambiado sus problemas, pero está segura de quién es y qué tiene que hacer para convivir mejor con quienes la rodean.

 Esta es la historia de María, una niña de 11 años tímida y silenciosa que, gracias al encierro obligado por su enfermedad, abrirá las páginas de su diario y descubrirá el mundo intenso y colorido que guarda en su interior.